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Louis-Joseph Janvier, extracto de Haïti aux Haïtiens (1884), p. 39-43
NUESTRAS ISLAS ADYACENTES
Cuando vives rodeado de enemigos y emboscadas de todo tipo, no puedes tener demasiado cuidado con las sorpresas.
No es de conocimiento general que en Estados Unidos existe una ley del 12 de agosto de 1856, en virtud de la cual toda isla abandonada pasa a ser propiedad del ciudadano de la Unión Americana que la descubrió o tomó posesión de ella.
Si esta isla es rica en depósitos de guano, en lugar de ser propiedad de uno o varios ciudadanos, puede ser declarada propiedad federal, territorio de la Unión.
Este proyecto de ley se emitió en un momento en que las islas ricas en guano empezaban a atraer la atención de los estadounidenses, que necesitaban este fertilizante para abonar sus tierras.
Todos los Estados soberanos tradicionales se han negado siempre a aceptar la legitimidad de las arrogantes pretensiones de Estados Unidos. Los haitianos no prestamos suficiente atención al pasado y muy poca al futuro. Doble error. Y muy serio.
El ejemplo de Navase debería habernos puesto en guardia, habernos dado un toque de atención.
Alta-Vela, Béate, Tortue y Gonâve son islas guaneras.
Aun suponiendo que, por el momento, no puedan explotarse inmensas cantidades, sería conveniente, a efectos de la política de conservación, que estas islas estuvieran ocupadas de forma intensa y seria.
Se dice, sin razón suficiente, que Beate y Alta-Vela no nos pertenecen. Estamos cometiendo un error. En el pasado, esas islas estaban bajo control francés y no español, aunque los españoles dominaban Santo Domingo. Desde 1844 hasta hoy, nunca hemos renunciado a ellos. Están situados casi en nuestro mar territorial, demasiado cerca de Jacmel para que podamos enarbolar otra bandera que no sea la que ondea en Puerto Príncipe.
Sería una medida acertada que se crearan colonias penitenciarias o colonias de presos políticos para explotarlas. Las cultivarían, o al menos pescarían en sus aguas, para dejar claro que las consideramos de nuestra propiedad.
La Gonâve enmascara la entrada al puerto de Puerto Príncipe, lo vigila y lo defiende. La Tortue mira a Port-de-Paix, controla la carretera de Débouquements y el Canal du Vent.
No hay que olvidar que cuando los bandoleros se establecieron en esta isla en el siglo XVII, lo hicieron porque había sido abandonada por los españoles, los únicos que podían reclamar su legítima propiedad en aquel momento.
Los estadounidenses no dudaron en ocupar Navase, no tienen vergüenza en negarse a devolverla, aunque sólo puedan extraer guano. Ahora que pretenden tener en su poder todos los medios de acceso, todas las llaves del futuro Canal de Panamá a cualquier precio, quizás no retrocederían ante la idea de meterle mano a la Tortue.
Los americanos tienen formas singulares de entender las cosas. En un despacho oficial al Gabinete de Londres fechado el 24 de junio de 1881, el entonces ministro Blaine ya había hecho saber que el Gobierno de Estados Unidos se reservaba en exclusiva el derecho de proteger el Canal Interoceánico. En apoyo de su argumento, el futuro inquilino de la Casa Blanca invocó un tratado celebrado en 1846 entre Nueva Granada y la República Confederada del Norte.
Inglaterra respondió que se basaba en las estipulaciones de un tratado firmado en 1850 por Clayton y Bulwer, que garantizaba la neutralidad del canal en todo momento, los americanos dejaron claro que no tendrían en cuenta el tratado Clayton-Bulwer y que el canal se consideraría parte del territorio costero de Estados Unidos.
¡Un hecho significativo! Una lección para recordar.
Sería deseable que sólo se otorgaran concesiones a haitianos en Tortue y Gonâve; que la explotación forestal pastoral o agrícola comenzara inmediatamente en estas islas para que nadie pueda aprovechar su relativo estado abandono para venir a apoderarse de ellas.
El futuro sólo pertenece a aquellos individuos o naciones que saben anticipar, prevenir y actuar.
15 de junio de 1884.
Dr. Louis-Joseph JANVIER.
Traducido del francés por Jean Jonassaint
Bonne lecture !
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